Vecinos

Archivado en: Alíñame el día

O de un gran país, y está muy cerca.

¡No se me asusten!
Que no voy a darles la matraca con la idiota del bajo, de cuya cocina emergen olores nauseabundos, como si estuvieran friendo gusanitos rancios con aceite de motor reutilizado y reciclado.
Ni del tonto del cuarto, que nos da la brasa con una dulzaina todos los domingos y fiestas de guardar.
Tenemos otro vecino que nos dan mucha más felicidad al paladar, al aparato digestivo y a los cinco sentidos, y es Portugal.

Sí, sí… Ese país que está ahí “al lao”, que tenemos tan cerca y, a su vez, es tan desconocido y tan parecido.
¿Ustedes han notado algo así como un bote cuando se pasa la frontera? ¿A que no? Y es que las líneas que trazan en los mapas políticos realmente no existen cuando hablamos de gente que comparte el mismo cacho de tierra, de “hermanos ibéricos” –permítanme la exageración–.
Bueno, vamos al pescao (nunca mejor dicho).

¿Por qué es tan conocido Portugal?
Respuesta número uno: ¡por las famosas toallas! Que luego resultaba que no secaban, aunque eran muy baratas, oiga.
Respuesta número dos, de muchas posibles: ¡¡por el bacalhau!!
Eso ya es otro cantar.

La tradición lusa de la preparación del bacalao es curiosa, y responde a la necesidad de los habitantes del interior y de las montañas del país –no muy altas, no se crean– de poder conservar el pescado cuando no existían unas carreteras tan estupendas como las que tenemos ahora. (Aprovecho para derribar otro mito como el de las toallas: las carreteras portuguesas son excelentes aunque confirmo que sus conductores son, tal como cuenta la leyenda, tirando a suicidas).
Total, que hay que buscar una excusa para viajar al país “vecino” a degustar tamaño manjar. En lujosos restaurantes o sencillas casas de comidas encontrarán al bicho desalado (en su justo punto, bien sabroso y no demasiado soso) y cocinado de innumerables formas.
En buñuelos o bolinhos, dorado, al horno, con natas –un gratinado espectacular–, con batatas a murro –se les da un golpe y al horno, para que queden jugosas– , Ze do Pipo –frito y con un buen puré de patatas–, como lo hacía la Tía Arlinda, o el tío Negreiros…

Acompáñelo con un buen vino, que los lusitanos los hacen muy ricos, pero no con agua, porque el camarero les dirá: “¡Pobre bacalao!”
Recorran Portugal de norte a sur, disfruten de sus paisajes, de un mar que no se acaba, y que rompe fuerte en las rocas, de un excelente barroco en las iglesias, de una maravillosa decadencia en los palacios, de castillos diseminados por el país, busquen la misteriosa herencia templaria.
Bajen hasta Évora, ciudad preciosa patrimonio de la humanidad, y coman unas migas alentejanas, o zampen porco preto en cualquiera de sus formas…
En Portugal podrán degustar un café excelente, recuerdo de otros tiempos, a precios de otros tiempos.

Pero no pasen al café sin comer postre… Hacia el norte pueden tomar unas celestiales Natas do Ceu, y en cualquier tasca tendrán algo tan sencillo y difícil de encontrar en otros lares como un buen mousse de chocolate casero, y si bajan a Lisboa, pastelillos de Belem (suculentos)…
Y, después del postre, y antes también, una copita de Oporto, ¿no?

Gran país, y está muy cerca.

1 comentario en “Vecinos

  1. Jordi Roges

    Si pasais por Lisboa,es impensable no probar los pasteles famosos «PASTEIS DE BELEM»..alucinantes
    despiertan los 5 sentidos,inpensable pasar de largo,calentitos con un buen cafe Portuges….
    Por la mañana de visita al Monasterio de los jeronimos,es una joya para los amantes de la
    fotografia y despues de un buen pateo una buenisima comida en la RUA DE BELEM n.10-12
    RESTAURANTE SAGITARIO,pedir bacalao a BRAS o arroz con gambas y vino blanco » BUENISIMO «…
    son unos maestros….y para rematar unos pasteles de belen en rua de belen n.84-92 antigua confiteria de Belem y para hacer
    bajar la comida visitar el museo de los carruajes (muy interesante)toda esta ruta esta en un espacio de 300 metros,vale la pena no lo
    perdais……que aprobeche..

Deja un comentario