Un chef con hambre

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O de otro apunte escrito por el gran Pol-al-pil-pil a propósito de comer sano.

Hola mamíferos, pasaron ya las fiestas de navidad, volvemos a ser los necios de siempre. Las calles están llenas de árboles de navidad tristes y abandonados, utilizados. A los vagabundos de mi calle ya nadie les hace caso, y la cruz roja, ya no reparte sopa a diario. Las luces todavía están encendidas pero las miramos como pasado. No queda ni nieve en las aceras, empiezo a pensar que la que había, era de broma y que fue Sarkozy el organizador de este tinglado.

Tengo hambre, quizá adelgacé demasié trabajando y comiendo basura de la buena, saliendo, y tomando. Esto no puede ser, hoy pienso comer sano y a lo grande, y todo por dos euros cincuenta, bebida incluida. ¿Dónde?, ¿en París? Pues si. ¿A que parece mentira?, pues todo tiene truco.

Resulta que no es un restaurante, sino que venden hierba y para disimular, cocinan platillos vegetarianos a precios de risa, o mejor dicho, justos, a lo que la comida vale. Está muy de moda en las grandes ciudades disfrazar las entradas de los restaurantes para que parezca otra cosa y el cliente se sienta más exclusivo, pero este no tiene engaño alguno.

El restaurante está situado en Belleville (20 arrondisement), barrio mestizo, lleno de grafiti, talleres de artistas, doners kebab, putas y droga. Algo así como el Raval en Barcelona (quede claro, este es un comentario troglodita de lo que Belleville es, pero es para que tengáis una imagen un poco más clara). El restaurante pasa desapercibido, parece la entrada a una peluquería rasta con una puerta que no abre bien llena de posters de Haile Selassie, rey de los rastas. Dentro, dos taburetes, tres sofás, una nevera vacía, un mostrador vacío y tres rastafaris mirando documentales en la tele. Cocinan lo que les da la gana, normalmente arroz, ensalada y tortilla sin huevo (puro vanguardismo), de una sabrosura de la hostia, todo servido en platos y cubiertos de plástico (son unos rebeldes). Tardan lo que quieren. Para beber, zumo de soja en un brick de esos con pajita incluida (super moderno), como en el recreo. Un platazo y bebida sana, sana, amenizado todo con el buen rollo de los rastafaris. ¿Quién dijo que era imposible comer hoy en día sano y barato sin ser hamburguesa? Arroz, tortilla, y ensalada, sin trucos ni saltos mortales. Lo que normalmente puedes llegar a comer en casa un dia cualquiera al llegar del trabajo.

¿La dirección del lugar? La lleváis clara si pensáis que os la daré, pero si os interesa de verdad, ya sea por el platazo rico, rico, o por la hierba, llegad con el metro hasta la estación de Menilmontant y preguntad a las gentes, que seguro que conocen, si no es ese restaurante, será otro parecido y con las mismas prestaciones. Este es un barrio de lo más movidito de París, y donde los alquileres son más baratos, el barrio en el que descubrirás que no todos los parisinos visten igual y hacen las mismas cosas.

¿Os apetece comer por dos cincuenta?, eso no lo hacíamos ni con las pesetas…

Escrito por Pol‑al‑pil‑pil

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Crédito fotográfico by Mulling it Over & fmcc.fromont

1 comentario en “Un chef con hambre

  1. Loren Herrero

    Muy bueno, todavía quedan sitios donde disfrutar, y si es por cuatro perras, mejor que mejor. Me ha encantado lo de, «tardan lo que quieren»

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