Crónicas de Aldabe (7)

por

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O de que llega la séptima entrega de unas crónicas mejores que las de Narnia.

La jornada sabatina arrancó de la manera que acostumbra, mi prudencia aristocrática me obliga desde hace años a contratar los servicios del taxista más dicharachero de la comarca del Bidasoa, ¡el grande e incomparable Aitor alias “Dinio”!

No me sean mal pensados, por la sangre de Cristo, pues este profesional del volante es así conocido por clavar con pelos y señales la imitación del confuso personaje, no por lo desproporcionado de su miembro, aunque nunca se sabe.

Monten en taxi, amigos, disfruten de los profesionales de la carretera. No duden en requerir la presencia de estos grandes artistas que nos hacen llegar puntuales a nuestros destinos y evitan que busquemos sitio para aparcar. Las sociedades más evolucionadas son las que adoptan el taxi como medio de transporte habitual.

Y tras esta pequeña cuña publicitaria,

Pues eso. Séptima crónica.

Comensales. Jesús, Ricardo, Buta, Kali, Davo, Iñigo, Alberto y un servidor.

Prolegómenos. Teníamos la jornada un poco trastocada ya que el partido de nuestro querido C. D. Bidasoa empezaba hacia las 8 de la tarde, motivo por el cual nuestra cena iba a tener lugar con un considerable retraso.

Nada más llegar Irún y como mandan y ordenan los cánones del buen “choperista”, procedimos a calmar nuestra babilónica sed tras un larguísimo viaje de tres kilómetros en taxi hasta Irún. Con el gaznate bien remojado y tras echar un vistazo a las retransmisiones deportivas de la caja tonta -Real Unión, Club Balonmano Ciudad Real, billar americano del Channel-sport-, procedimos a efectuar las compras para elaborar posteriormente la cena, pues se acercaba la hora del partido y una vez acabado tendríamos que acudir cual alma que se lleva un diablo directamente desde el pabellón Artaleku a la sociedad Aldabe.

De entrantes. Llegamos a la sociedad a las 21:30 y nos sumergimos en la faena, el picoteo consistió en un poco de paté guarro de campaña, atún desmigado con unos fileticos de anchoa en salazón, cebolleta finamente picada y chorretón generoso de aceite de oliva virgen.

De segundo. Filetes de lomo de cerdo vasco cebado única y exclusivamente con las briznas de hierba sobre las que se han posado mariquitas silvestres, sobre una cama o lecho de tomate ecológico recolectado con luna menguante y cubierto de queso rallado maduro recién llegado de una cueva italiana, como acostumbra a redactarse en algunas cartas de restaurantes horteras o traducido al cristiano lomo empanado pasado vuelta y vuelta por la sartén con un poco de tomate frito por arriba y por abajo cubierto de queso rallado y metido al horno, una preparación socorrida y bendita tú eres, de entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús (Viana).

Cafés. Pasamos acto seguido al saloncito a tomar café expresso y copazos.

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De postre. Helado mantecado, ¡qué gran sabor de toda la vida, gusta a grandes y pequeños! Y pensar que en algunos lugares sirven hoy helados de vinagre y de salmón ahumado, ¡desciende de los cielos, oh Dios, y haz que ardan en llamas los restaurantes de nuevo-rico de Jerusalén!

Bebida. Durante la cena, como animales de costumbres que somos, tomamos un poco de sidra fresca, cervezas heladas de lata y el tinto riojano Viña Real; mientras unos acondicionaban el tapete y las cartas, otros preparaban los “colococos” de ron, orujo de hierbas y ginebras.

La digestión dio paso a la tertulia inteligente.

Salida de la sociedad a las 02:20

Vuelta al ruedo y para casa.

Hora de arribada: dato no disponible.

Seguiremos informando.

Crédito fotográfico by Bolo

2 comentarios en “Crónicas de Aldabe (7)

  1. Loren Herrero

    Coño, ya era hora de que volviesen las crónicas del Aldabe, se echaban de menos.
    Buen cocinero, amigo de sus amigos (no te jode, como todos, qué chorrada de frase), gran comunicador y mejor persona el tal «Bolo».

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